Encuentra tu verbo
Eres un superviviente buscando tu razón de ser de manera intuitiva. ¿Para qué has venido a este mundo? Hay gente que está para aprender, para enseñar, para observar, para recordar...todos tienen un verbo que recoge todas sus esperanzas, todos sus deseos e impulsos que exige ese algo, no sabes qué es, pero que se repite imperativo como una voz consejera. Se abre como el portón de una muralla para explicarte por qué estás aquí, como fin y medio. Tengo la extraña certeza de que existo para "crear" y que si no creo, me muero. El arte de crear, crear arte, sobrevivir con este verbo.
Escapismos
Creer que el tiempo cura al olvidar la herida Hablar de religión a un ateo por fé perdida Orar a Señuelo de tez lisa y mortecina Abandonarse cuan poso de té a la aspirina Fingir ilusión edulcorada de regusto amargo Bailar una procesión de sectario tango Contar cuenta a cuenta penas al rosario Hacer de culpa latigada todo un ideario La timbrada virgen no alcanza a ser cobre en la modesta ruina que pierde soporte A los alrededores yacen familias nobles Financian la empresa por placa a su nombre Redención de lo errado, costeado eternidad Asegurarse un sitio al lado de Majestad Por qué Esperanza no se puede jugar a unas tragaperras o a un sólo de jazz?
Entre la inmundicia
Como una cucaracha patas arriba sin piedad aplastada, con el caparazón cubierto del polvo que respira como oxígeno y esperando a morir para ser festín de un hormiguero.
Bebiendo sudor, masticando piel muerta. Rascando el vacío, llorando sin saber. Gimiendo para dentro, chillando en silencio.
Escondida entre rincones ocultos a la vista del hombre al que hambrienta y carroñera rapiña. Tratando de perdurar en la cadena.
Quien la ve grita, huye, ataca hasta el exterminio. Mil veces apestada, golpeada y envenenada, pero aún inmortal. Camuflada entre artificios que ahogan su existencia.
Siempre intrusa, nunca suya. Le odian y se odia. Ese es su hábitat, esa su condición, esa su tradición.
Vive en la inmundicia.
Ojeras
En cada medialuna mía cabe un niño y su mamá loba En cada uno de mis insomnios añoro ojos caoba En cada llanto cristalino acuno un canto de trovas que humedece sutilmente las tobas deste río Confieso a toga y guadaña constelaciones de camino perdido consterno horas de mañana pues de noche no termino las termitas de mi adentro hacen eco en el destino y se pierde en el proceso aquello que Sueño aboga
Interludios
Cuando uno está enfermo la percepción de las cosas cambia su género. El chiste, por ejemplo, tiene el efecto de generar una sonrisa leve que atiende más a la responsabilidad de la interacción que a otra cosa. Podremos observar en el enfermo que su mirada no se enciende, carece de la energía que requiere. Está allí, en otro sitio, vibrando a la frecuencia que produce el ruido del dolor. Entonces el humor adquiere la naturaleza de ser casi una interferencia. No despertará la risa. Apenas sirve de distracción. A un enfermo terminal le podemos contar un chiste para averiguar cuantos actos le quedan. ¿Era ese el último interludio? ¿A cuántos chistes está de la muerte?
La muralla
Se diluía el día con el sueño nocturno córneas extasiadas apuntaban a saturno pupilas dilatadas cuentan las estrellas párpados cansados no dan fin a sus querellas letanía de una nana profana no le queda mas no hay calma en cama donde alma así hospeda guardia sorda al bombardeo alza la muralla pues piensa el latir que así evita la batalla prisionera, prisionera, le devora su pena cantó de liberta' cuanto más se sintió presa desgranarse y engullirse para salir de sí se condena al amor que no consuma fin
Poseer la inutilizabilidad
El odio intenta hacerme fuerte, valiente y despiadada. Pero me autodescubro un trampantojo, innatural, una farsa. Subyace el miedo como el núcleo de la Tierra, mi eje gravitacional. Lo peor de todo es que no sé qué hacer con él. ¿Qué uso le puedo dar al miedo?
La tristeza es romántica, tiene un carácter tremendamente artístico. Aunque no por mucho rato (supuestamente cansa al espectador, y siempre hay un espectador).
El odio es disruptivo, tiene un carácter crítico y es mucho más dinámico.
Pero, ¿el miedo? ¡Qué molesto es no tener un lugar en el mundo más que el de existir una existencia precavida! ¿Soy miedo, o el miedo devora todo lo que podría llegar a ser?
Cuántas veces me habré preguntado lo mismo, cuantos años sin tener respuesta. En mí la busco y no la encuentro. Nadie me la dará porque nadie nombra al débil señalándose. Nadie quiere al débil que se esconde de sí mismo. Consume todos sus esfuerzos en el proceso de la milagrosa metamorfosis. De ser otro, en otro ser.
Siempre íntima, xx
¡Qué potente!